Construida hacia la primera mitad del siglo XIX, ya era un lugar de culto en épocas anteriores, como demuestra la gruta de Nuestra Señora del Peligro, conservada en su aspecto original en el centro del lado izquierdo de la nave.
La iglesia está dedicada a Santa Elena, madre del emperador Constantino, pero debe su nombre a la imagen, considerada milagrosa, de Nuestra Señora Liberadora de los Peligros, que la representa con el Niño de la Bendición en su regazo.
Giovanni Verga la menciona en su novela “Cavalleria rusticana”: “¿Qué tiene que ver Turiddu con gnà Nunzia -decían los vecinos-, que se pasa la noche cantando como un gorrión solitario? Finalmente se encontró con Lola que volvía de su viaje a la Virgen del Peligro, y al verle, se puso ni blanca ni roja, como si el no fuera suyo”.